El millonario brillo de Barranquilla
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Con $128.975 millones, la Alcaldía de Barranquilla fue la que más gastó en publicidad los últimos cuatro años. Así lo informó la Fundación para la Libertad de Prensa (Flip) en un informe reciente sobre la pauta, contratada por 29 gobernaciones y 34 alcaldías de Colombia, entre 2020 y 2023.
El gasto de Barranquilla representa el 20% de los $656.804 millones ejecutados por las principales alcaldías y gobernaciones. Estos entes territoriales, según la Flip, en muchas ocasiones no cuidan los recursos públicos y desdibujan los propósitos de la divulgación oficial.
Con la suma que Barranquilla gastó, equivalente a la canalización de un arroyo (el de la 21 costó, al menos, $124.700 millones y el de La Felicidad, $123.004 millones), el gobierno de Pumarejo repitió prácticas “ya ensayadas” por Alejandro Char, recordó la FLIP.
Pumarejo, especialmente, garantizó la publicación de contenidos favorables. Por ejemplo, de 12.065 notas divulgadas en televisión, radio, impresos y digitales, sólo 124 (es decir el 1%) fueron “negativas”, según mediciones reseñadas por la Flip.
La millonaria inversión también se repitió en la Gobernación del Atlántico, que durante los últimos cuatro años estuvo en las manos de la charista Elsa Noguera. Aunque su administración no le entregó información a la Flip sobre su gasto publicitario, hasta inicios de febrero de 2022 había firmado cerca de $46.500 millones en contratos con fines publicitarios, comunicacionales y promocionales, reportó La Contratopedia Caribe.
Es decir, si el gobierno de Noguera ya había contratado esa abultada cantidad en sus dos primeros años, no sorprendería que en los dos años siguientes ejecutara una suma similar, incluso mayor para comunicar los resultados de sus cuatro años en la silla departamental.
Si bien la divulgación oficial es necesaria porque los gobernantes deben contarles a los ciudadanos qué están haciendo, las investigaciones de la Flip muestran que esas inversiones no siguen los principios de austeridad y pluralidad de la contratación pública y, por el contrario, se usan para amarrar fidelidades, acallar críticas, enaltecer la imagen propia de los gobernantes, contratar a dedo y disfrazar de periodismo la propaganda.
De allí que en la pauta oficial de Barranquilla haya muchas pistas para entender por qué en esa capital son pocos los periodistas que ejercen un periodismo contrapoder —que incomode a los Char y a los Daes, megacontratistas de los gobiernos charistas—.
La millonaria chequera explica por qué hay periodistas e influenciadores que, tan pronto ve la luz una publicación que desnuda a la ciudad más allá de los Char y muestra las fisuras del charismo, salen en defensa de ese grupo político como si formaran parte de una oficina de comunicaciones.
Aún así hay quienes desafían el relato charista, aunque hacerlo los exponga a llamadas de advertencia, como le ocurrió hace un par de años a un colega: “Ojo con lo que estás publicando”, le dijo un estratega de comunicaciones por teléfono.
*Las opiniones expresadas en las columnas son responsabilidad exclusiva de los autores y no representan el punto de vista ni la posición del Canal 1.