Usar tapabocas lo volvería inmune al COVID-19, según explica un estudio reciente
- El mpox o la llamada viruela del mono “no es el nuevo Covid”, asegura la OMS
- Crean una nueva vacuna que promete ser eficaz para una “próxima pandemia de coronavirus”
Las conclusiones de una investigación de la Universidad de California, en San Francisco (EE.UU), plantean la hipótesis de que el uso de tapabocas ayudaría a crear inmunidad al nuevo coronavirus.
El estudio fue difundido por la prestigiosa revista New England Journal of Medicine, en la que se afirma que las mascarillas actúan como un elemento de “variolización”.
Según esto, si las personas se infectan usando el tapabocas, hay una alta probabilidad de adquirir el COVID-19 de forma asintomática.
“El uso universal del tapabocas podría convertirse en una forma de ‘variolación’ que generaría inmunidad y, por lo tanto, ralentizaría la propagación del virus en los Estados Unidos y en otros lugares, mientras esperamos una vacuna”, indica la publicación.
Para sustentar esta teoría, el estudio menciona que en sociedades en donde el uso de las mascarillas es casi universal, la proporción de casos asintomáticos es de 80%.
Por el contrario, las poblaciones en donde el uso de los tapabocas no es generalizado, la proporción de casos asintomáticos es del 40%.
La investigación también citan dos situaciones en las que el uso del tapabocas produjo un alto número de casos asintomáticos.
La primera ocurrió en un barco argentino y la segunda en una planta procesadora de carnes, en las que gracias a la repartición temprana de mascarillas, la proporción de asintomáticos llegó a ser de 81% y 95%, respectivamente.
Vale la pena repetir que se trata de una hipótesis porque, como explican los investigadores, solo se podría comprobar del todo si se estudian proporciones grandes de casos positivos de coronavirus en sociedades que usen y no usen el tapabocas.
La variolización
El concepto de variolización surgió en la antigüedad, cuando una plaga de viruela afectó a la humanidad, matando entre el 20 y 60 por ciento de los enfermos.
Ante la alta mortalidad, los médicos probaron inocular a las personas haciendo una incisión en la piel de los individuos sanos, para ponerle polvo de las costras de viruela.
Luego se cerraba la incisión y se dejaba a la persona aislada de las demás hasta que la enfermedad le atacara de manera leve, hasta lograr su recuperación.
El método se usó hasta que se desarrollo la vacuna contra la variola, la cual erradicó finalmente la viruela.
Basados en esto, los investigadores creen que, “mientras esperamos los resultados de los ensayos de vacunas, cualquier medida de salud pública que pueda aumentar la proporción de infecciones asintomáticas por SARS-CoV-2 puede hacer que la infección sea menos mortal y aumentar la inmunidad de toda la población sin enfermedades graves ni muertes”.