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El 1 Opina

Naturalmente diversos

Andrea Aldana
Speaker, Conferencista & Columnista de Opinión

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Somos mas de 28 billones de células en movimiento, 80.000 millones de neuronas habitan en nuestro cerebro y se conectan entre ellas generando un número casi infinito de sinapsis que transmiten la información necesaria para sentir, actuar y pensar. Cada conexión es diferente, de manera que todos tenemos una mezcla de conocimientos, experiencias, emociones, dones talentos y pasiones que nos hacen tan únicos como nuestro ADN.

¿Quién más diverso que el ser humano en su propia naturaleza? Cada órgano, cada célula cumple una función diferente, con rasgos físicos y químicos distintos que le aportan a un sistema de inigualable perfección.  ¿Por qué, entonces, nos cuesta tanto aceptar que somos diferentes?  De forma natural los seres humanos buscamos afinidad, nos gusta conectar con otras personas y nos encanta sentirnos identificados, en la definición más pura “somos seres sociales”. Sin embargo el extremo oscuro de una necesidad natural, se convierte en la obsesión por construir  y encajar en moldes y/o estereotipos que limitan la riqueza de nuestra diversidad y  desdibujan el poder de nuestra autenticidad.

Así como la biodiversidad es riqueza para un país, la diversidad en las organizaciones es una fuente de riqueza; reconocer que tenemos diferencias, físicas, sociales y personales potencian el talento. Aceptar que somos diferentes, que pensamos diferente, que actuamos diferente y que pertenecemos a culturas y generaciones diferentes trae consigo flexibilidad, una herramienta cada vez más relevante en el entorno corporativo y determinante a la hora de medir el desempeño de las organizaciones en términos de agilidad.

Reconocer que hombres y mujeres podemos ser coequiperos y complementarnos; aceptar que las generaciones anteriores tienen la experiencia que nos librará de los errores del pasado y probablemente sus ideas traerán al mundo tecnológico el poder de lo simple; entender que las nuevas generaciones están aquí para cambiar nuestra manera de ver el mundo, que no conocen fronteras, que el propósito y la calidad de vida los mueven y que en definitiva el planeta los necesita y nuestras industrias también; reconocer que la frase “lo que a mi jefe le gusta a mi me encanta” no va más con el pensamiento critico y creativo que nuestras organizaciones necesitan; comprender los rasgos culturales y adoptar las mejores prácticas de otras culturas, nos acerca a la generación de valor sostenible que la mayoría nos hemos trazado como objetivo.

No es fácil entrenar al júnior que llega a preguntar por qué las cosas se hacen de esa manera, pero si lo entrenamos con la amabilidad y apertura que esperábamos recibir en nuestro primer trabajo, seguramente ese júnior potenciará los resultados del equipo. Si tratamos al experto que está en edad de pensionarse como esperamos que las siguientes generaciones nos traten y nos escuchen, encontraremos la riqueza de la sabiduría: si logramos reducir la brecha de genero encontraremos talentos que sostendrán la visión en el largo plazo. Si cada ser humano que hace parte de un equipo  le devuelve el valor a su esencia, acepta que es diferente y único, utilizará el poder de su autenticidad y liderará desde su corazón con resultados extraordinarios.

¡Es tiempo de mirar hacia adentro y reconocer que somos naturalmente diversos!

*Las opiniones expresadas en las columnas son responsabilidad exclusiva de los autores y no representan el punto de vista ni la posición del Canal 1.

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