Petro se pronunció en el Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles, ¿paradójico?
Gustavo Petro se refirió a la posibilidad de que en el futuro existan combustibles más eficientes y menos contaminantes para la humanidad.
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Gustavo Petro pronunció su discurso durante el Mandato de Negociación del Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles, en el contexto de la COP28. Abordó diversos temas relacionados con los combustibles fósiles.
Además de lo anterior, también se refirió a lo que algunos podrían considerar paradójico: la posibilidad de que en el futuro existan combustibles más eficientes y menos contaminantes para la humanidad.
Discurso del presidente Gustavo Petro
“Estuve hace unos 20 días en un lugar de Estados Unidos, San Francisco, en una reunión de la Asociación de Naciones del Pacífico, llamado APEC.
Allí estuvo China, estuvo Rusia, estuvo Estados Unidos, protagonistas centrales de la política y del poder mundial.
Estuvieron las Islas Fiji, Japón, Vietnam, etcétera. Algunos pueblos latinoamericanos como México, como Perú, como Chile y nosotros.
Y allí habló el representante de Australia y anunció –y lo dijo con mucho, con mucho boato, llamémoslo así– que estaba dispuesto a recibir los 11.000 habitantes de Tuvalu, de las islas que allí cerca están a punto de hundirse. No de hundirse, sino que el mar se eleva y las va a tapar. Toda su población.
Un gesto generoso de Australia, pero que marca una enorme derrota de la humanidad, y así lo dije en ese momento, porque a pesar de salvar las vidas, indudablemente una cultura va a desaparecer, una nación va a desaparecer.
Un etnocidio se llama a la muerte de la cultura. Y esta sería la primera, apenas, de muchas si las cosas no cambian en el mundo.
La muerte de la cultura, al final, es también la muerte de la humanidad. Aquí en esta mesa están una representación de islas que pueden ser cubiertas por el mar. Habría
otras muchas.
Y habría muchos pueblos al lado del mar, ricos y pobres, que ya estarían ante la contingencia de la reubicación, de irse, que implica de entrada la muerte de las culturas, de las costas del mundo.
Allí hay mucha riqueza. Allí hay mucha pobreza, pero, indudablemente, hay mucha cultura, mucha humanidad ya afectada.
Esta es la primera línea de la extinción de la vida en el planeta, desde el punto de vista de la humanidad. Por eso no es paradójico el que estemos en un lugar donde se esté sacando petróleo, en esta misma ciudad.
Es paradójico en realidad, pero va mostrando una evolución de pensamiento. Algunos nos preguntamos si ¿por qué un país petrolero, netamente petrolero, y de los grandes países petroleros del mundo, convoca la COP 28?
Si es que, precisamente, la ciencia ha dicho a las COP que es el petróleo, es el carbón, es el gas, es un elemento químico común a todos que se llama carbono, el que en la gran maquinaria industrial de los países más desarrollados del mundo se convierte en los gases de efecto invernadero que producen la crisis climática y por tanto el gran potencial de la sexta extinción sobre el planeta.
¿Por qué? Alguien diría es una manera de limpiar el petróleo. Hay una tendencia en el mundo hacia ese objetivo, la idea del petróleo, del carbono cero, la idea de petróleo cero, que sobrevive en tanto explotación y en tanto venta del petróleo, pero que quiere equilibrar la carga con otro tipo de ayudas económicas, de emisiones verdes, llamémoslas así, de tasas carbón, etcétera.
Otros pensaríamos que es que el mundo ya se está moviendo y que ya es evidente que no se puede vivir del petróleo y que por tanto países netamente petroleros tienen que hacer una transición dura, pero inteligente y racional hacia cómo vivir sin el petróleo y sin el carbón.
También es una paradoja que aquí en esta mesa, donde está la primera línea de los pueblos que pueden desaparecer por la crisis climática, ¿esté un país como el que yo represento? Porque nosotros, también, vivimos del petróleo y del carbón.
Y por qué en mi país, el simple hecho de que esté sentado en esta mesa, solicitando firmar un tratado de no proliferación de combustibles fósiles en el mundo, que implica cero exploraciones nuevas, que, incluso, implica cero proyectos de explotación nueva en el mundo dado que los actuales yacimientos ya encontrados, si se explotan nos llevarán a una temperatura de tres grados centígrados, es decir, al borde del colapso vital en el planeta, allá en mi propia sociedad dirían: ¿cómo se le ocurre al presidente de ese país producir un suicidio económico, dado que nosotros dependemos del petróleo y del carbón?
Y resulta que esto no es un suicidio económico. Estar aquí es tratando de detener un suicidio. La palabra exacta es, en español, omnicidio, la muerte de todo lo vivo, la muerte integral de todo lo existente. El omnicidio es un suicidio a la potencia planetaria.
Aquí no es un suicidio económico lo que estamos planteando. Aquí estamos evitando el omnicidio sobre el planeta Tierra.
Y para ello, indudablemente, no hay otra fórmula, no hay otro camino. Lo demás son ilusiones.
Con el respeto del reverendo, casi decimos en Colombia, poner velas a dioses y diosas que no van a ser el milagro, como la tecnología, por ejemplo, que no van a ser el milagro, como apariciones milagrosas de alguna técnica que nos pueda salvar, que pueda hacer salvar la existencia sobre el planeta, sino que está en nuestras propias manos la posibilidad de seguir viviendo como civilización humana en este planeta, que a miles de, o por lo menos, hasta donde la investigación nos ha demostrado, es donde solo existe la vida.
Hasta donde podemos ver, a muchos años luz a la distancia, esa vida tan valiosa como una especie de perla única en un mar del universo, hasta donde podemos entenderlo, la única manera de salvar esa perla, algo tan hermoso como la vida y algo tan hermoso como la expresión inteligente de esa vida que está en nosotros como especie, es suspender el consumo de petróleo, de carbón y de gas.
Pareciera fácil, pero, sin embargo, la paradoja nos va mostrando cómo, alrededor del petróleo, del carbón y del gas, hay un poderosísimo interés económico, el mayor interés económico del capitalismo actualmente existente.
Y actúa, actúa para frenar los cambios. Actúa para mantener, ahí sí, de manera suicida, las posibilidades de años más de ganancias que se puedan acumular en los propietarios de ese capital, que actúa de tal manera que está poniendo en peligro la vida por las ganancias, que actúa de tal manera que hoy, prácticamente, nos estamos enfrentando, no como decían los socialistas del siglo XIX, a una inmensa confrontación antagónica entre el capital y la clase obrera, sino algo peor, que estamos es ante una confrontación del capital fósil y la vida humana y la vida del planeta.
Y allí hay que tomar posición. Y cualquier ser humano en cualquier parte del mundo sabría que la posición que hay que tomar es al lado de la vida.
Y, por tanto, como presidente de la República de Colombia, que a pesar que aún vive del petróleo y del carbón y hace esfuerzos por escaparse de él, no me cabe ninguna duda de cuál posición tomar.
La posición es al lado de la vida. Y hoy en la humanidad, al lado de la vida, significa al lado de ustedes, los pueblos que en las islas están a punto de desaparecer por el gran consumo de carbono de una pequeña élite de la humanidad en un pequeño número de países, está haciendo crecer sin tener en cuenta la existencia, la vida en el planeta Tierra.
Gracias, muy amables.”