Lo que la pandemia nos dejó
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“Viene la viruela del mono, me voy a divorciar porque no me aguanto otra pandemia encerrada con este tipo”, me dijo muy preocupada una amiga hace un par de años, mientras leíamos la noticia en la que la OMS alertaba sobre este nuevo virus. ¡Parece un chiste pero es real! La pandemia cambió la dinámica de la familia moderna. Algunos tuvieron la oportunidad de volver a lo esencial, fortalecer vínculos y reencontrarse con sus parejas e hijos, otros vieron cómo las grietas de sus relaciones destruyeron el sueño de pareja que habían construido y reorganizaron su núcleo familiar.
Durante 2021, por cada tres matrimonios hubo un divorcio en Colombia, el número de divorcios más alto en la última década en el país. Claramente los matrimonios perdieron mucho; el esfuerzo mental y físico requerido para compartir tareas domésticas; ejercer roles adicionales como ser profesores en casa; atender nuevos requerimientos laborales mientras nos acomodábamos al nuevo normal y compartir espacios físicos pequeños, están entre las causales identificadas por psicólogos y expertos de familia, que apalancaron este incremento en la tasa de divorcios.
Muchas parejas perdieron en muchos sentidos, ¡pero muchos hijos ganaron! Ganaron los bebés que estaban al cuidado de las niñeras y tuvieron la dicha de gatear a los pies de mamá y papá; ganaron los preescolares, que tenían la fortuna de ver a mamá doblando la ropa, mientras participaba en sus reuniones y los abrazaba; ganaron los niños, que tenían el placer de jugar a la pelota con papá mientras él disfrutaba su hora de almuerzo; ganaron los adolescentes, que en lugar de luchar con la soledad de sus cuartos, disfrutaron cada juego de mesa y rompecabezas con sus papás; ganaron esos hijos que aún tienen a papá y mamá en casa, ganaron confianza, seguridad, independencia y todas las herramientas emocionales que traen consigo la maternidad y paternidad presentes.
Las empresas también ganaron. ¿Quién más agradecido que una mamá que puede trabajar desde casa sin renunciar a sus sueños profesionales? ¿Quién más efectivo que el papá que puede dejar a sus hijos en el jardín o en la ruta del colegio antes de empezar la jornada laboral? ¿Es posible comparar el nivel de creatividad, enfoque y disposición de un empleado que se toma un café con su pareja, practica su deporte favorito o asiste al gimnasio antes de iniciar su jornada laboral, con el empleado que llega a la oficina drenado después de dos horas en el tráfico?
Muchos empleados hoy son conscientes de sus dones y talentos porque durante la pandemia recordaron esas actividades que solían hacer de niños, las mismas que la prisa de la adultez había borrado de su memoria. Muchos músicos, artistas, cocineros y deportistas reencontraron esas pasiones que les permiten hacer realidad el tan anhelado balance vida-trabajo, ese que no paga ningún beneficio económico; ese que se resume en los besos y abrazos de tu hijo cuando le dedicas tiempo, cuando le das desayuno en la mañana y lo despides con un beso; ese que solo pagan los aplausos del público al “músico ingeniero” que puede ir a su toque o su ensayo después de la oficina; ese balance que ninguno quiere perder y que no reemplaza el cheque de fin de mes, el mismo que desplazó el salario y el cargo de la lista de prioridades a la hora de elegir un empleo.
Porque la pandemia nos dejó una lección grabada en el corazón: “Todo puede cambiar de un día a otro y lo que finalmente queda eres tú. Tu propósito de vida y por supuesto ellos… los que vivirían una nueva pandemia a tu lado”.
*Las opiniones expresadas en las columnas son responsabilidad exclusiva de los autores y no representan el punto de vista ni la posición del Canal 1.
