‘Todo esfuerzo de paz sin compromiso sincero de reconciliación será un fracaso’
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Después de aterrizar en Apiay, el papa Francisco se trasladó acompañado de un grupo de habitantes de la región de los Llanos Orientales para celebrar la eucaristía en la que hicieron presencia las víctimas de la violencia.
Después de realizar la ceremonia de beatificación de Mons. Jesús Emilio Jaramillo Monsalve, Obispo de Arauca, y el sacerdote Pedro María Ramírez Ramos y la procesión con las reliquias de los Beatos, con un discurso motivador e incitante a la reconciliación, el sumo pontífice se dirigió a las más de 700.000 personas que se concentraron en Catama para escucharlo.
En el Evangelio, sus palabras iniciaron haciendo honor a la Virgen María y a las mujeres que en el Antiguo Testamento marcaron tendencia e hicieron historia.
En el mismo contexto el papa mencionó cómo José se convierte en ejemplo representando la figura del hombre respetuoso, “la nobleza de su corazón le hace supeditar a la caridad lo aprendido por ley; y hoy, en este mundo donde la violencia psicológica, verbal y física sobre la mujer es patente, José se presenta como figura de varón respetuoso, delicado que, aun no teniendo toda la información, se decide por la fama, dignidad y vida de María”.
Posterior a este mensaje, el papa Francisco manifestó que con el pueblo colombiano también se pueden hacer muchas genealogías por la cantidad de historias de amor y de desencuentros que se viven en el país.
“¡Cuántos de ustedes pueden narrar destierros y desolaciones!, ¡cuántas mujeres, desde el silencio, han perseverado solas y cuántos hombres de bien han buscado dejar de lado enconos y rencores, queriendo combinar justicia y bondad! ¿Cómo haremos para dejar que entre la luz? ¿Cuáles son los caminos de reconciliación?”.
Y el mismo respondió, “como María, decir sí a la historia completa, no a una parte; como José, dejar de lado pasiones y orgullos; como Jesucristo, hacernos cargo, asumir, abrazar esa historia, porque ahí están ustedes, todos los colombianos, ahí está lo que somos y lo que Dios puede hacer con nosotros si decimos sí a la verdad, a la bondad, a la reconciliación”.
Y esta última palabra dio pie para iniciar el discurso de perdón. “Reconciliarse es abrir una puerta a todas y a cada una de las personas que han vivido la dramática realidad del conflicto. Cuando las víctimas vencen la comprensible tentación de la venganza, se convierten en los protagonistas más creíbles de los procesos de construcción de la paz”.
“¡Basta una persona buena para que haya esperanza! ¡Y cada uno de nosotros puede ser esa persona!”.Francisco
Y no dejó pasar la oportunidad para referirse a Juan Pablo II, pues como lo afirmó él, “es un encuentro entre hermanos dispuestos a superar la tentación del egoísmo y a renunciar a los intentos de pseudo justicia; es fruto de sentimientos fuertes, nobles y generosos, que conducen a instaurar una convivencia fundada sobre el respeto de cada individuo y de los valores propios de cada sociedad civil”.
También recordó a los ahora Beatos, Mons. Jesús Emilio Jaramillo Monsalve y el sacerdote Pedro María Ramírez Ramos y sostuvo que”son expresión de un pueblo que quiere salir del pantano de la violencia y el rencor”.
Finalmente, aseguró que en medio del entorno maravilloso que presenciaba no hay más opción que decir si a la reconciliación, “que el sí incluya también a nuestra naturaleza. No es casual que incluso sobre ella hayamos desatado nuestras pasiones posesivas, nuestro afán de sometimiento. Un compatriota de ustedes lo canta con belleza”.
Para cerrar, leyó unas frases de la canción Minas piedras de Juanes, “los árboles están llorando, son testigos de tantos años de violencia. El mar está marrón, mezcla de sangre con la tierra”. E insistió en que Colombia diga sí, “porque como lo ha prometido a nuestros padres, auxilia a todos los pueblos y a cada pueblo, auxilia a Colombia que hoy quiere reconciliarse y a su descendencia para siempre”.