¿Por qué los gustos cambian a medida que crecemos?
- ¿Por qué la gente dice que el agua tiene diferentes sabores según su marca?
- ¿Por qué a la merienda se le llama “onces” en Colombia? Chancho lo explica
Es común que sabores que no tolerábamos en la infancia comiencen a ser de nuestro gusto a medida que crecemos. Esto se debe a que los niños tienen un número mayor de papilas gustativas, lo que hace que los sabores fuertes, y especialmente los sabores amargos, no sean de su agrado.
Un bebé tiene alrededor de 30.000 papilas gustativas, estas a lo largo de la vida se van renovando. Pero con el paso de los años, ese proceso se va volviendo más lento, lo que reduce el número de papilas gustativas a casi un tercio, según explicó la nutricionista Karen Pool al medio inglés The Telegraph.
Un estudio realizado en Reino Unido encontró que en promedio las personas comienzan a apreciar los sabores fuertes a los 22 años.
De acuerdo con la investigación, las personas comienzan a sentir gusto por:
- El ajo a los 19
- El curry a los 20
- El queso parmesano a los 21
- El queso azul y las anchoas a los 22
- Las aceitunas a los 25
- El queso de cabra a los 28
Los niños prefieren los sabores dulces. Esto se debe a que el azúcar es una gran fuente de calorías y los infantes necesitan más calorías en relación con su peso corporal, dijo el doctor en nutrición Mohammed Moghadasian a The Guardian.
Por otro lado, la psicóloga sensorial del Centro de Sentidos Químicos de Monell, Marcia Pelchat explicó que con el paso de los años, los gustos comienzan a depender más de una cuestión cerebral, que de una reacción física, es decir, las personas comienzan a tener más intenciones de probar cosas que van contra los receptores de gusto y se comienzan a abrir nuevos caminos neuronales que permiten disfrutar de sabores más fuertes.
Por esta razón, es común que en la adolescencia la gente inicie a consumir café y bebidas alcohólicas, que tienen un sabor que antes no disfrutaban, hasta que comienzan a disfrutarla de manera genuina.
Finalmente, Pelchat argumenta que el cambio de gusto también tiene un componente de manipulación psicológica y costumbre. Esto se evidencia por ejemplo en el caso de México, donde el desarrollo de los gustos y la tolerancia a los sabores picantes en los niños es mayor que en los países europeos.