La pelea del Pacto Histórico en el Caribe
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Desde hace semanas, el Pacto Histórico está fragmentado en las dos principales capitales del Caribe por la elección de sus candidaturas a las alcaldías de Cartagena y Barranquilla, y a la Gobernación del Atlántico. Un escenario que los debilita aún más frente a los clanes del Atlántico y Bolívar, con todo a su favor, para alzarse en las urnas el 29 de octubre.
Por la falta de consenso, las fuerzas que llevaron a Gustavo Petro a la Presidencia libran una guerra interna y esperan noticias definitivas de Bogotá sobre los avales, ahora que el Comité Nacional comenzará a revisar las decisiones territoriales. Hasta el 8 de julio recibió las actas de selección de candidaturas.
La puja por las candidaturas llegó a su punto máximo en Atlántico el 4 de julio, cuando el Pacto de ese departamento anunció que sus cartas serían Máximo Noriega a la Gobernación y María Correa a la Alcaldía de Barranquilla. Una parte significativa de la militancia, sin embargo, los desconoce.
Un mes antes ocurrió algo similar en Cartagena. El 6 de junio, unos sectores proclamaron al concejal Javier Julio Bejarano como el candidato a la Alcaldía, mientras otras corrientes calificaron de ilegítima esa elección.
En ambos departamentos las candidaturas fueron fruto de acuerdos mayoritarios —ganó quien sacó más votos— y no de consensos o encuestas, como la Comisión Nacional Electoral del Pacto les comunicó, el 7 de junio, a los comités municipales y departamentales en una circular.
Con los mecanismos de consenso o encuesta, el Pacto logra que sus diferentes integrantes se sientan bien representados en las elecciones más allá de las alcaldías y gobernaciones. Es decir, si un movimiento no consigue que su carta sea candidato a una Alcaldía o Gobernación, entonces acuerda su inclusión en las listas a Concejo y Asamblea. Además, evita que las corrientes más pequeñas queden supeditadas a las fuerzas con más músculo, legalmente constituidas y con mayor representación política (concejales y diputados).
Toda esta división llega después de dos golpes reputacionales, el último semestre, que tienen al partido de Gobierno sin muchas posibilidades de triunfo, pese al caudal electoral que en segunda vuelta Petro sacó en Cartagena (401.011 votos) y Barranquilla (358.785 votos).
El primer golpe fue el efecto Day. El 2 de marzo, Day Vásquez le dijo a Revista Semana que su expareja Nicolás Petro, hijo del Presidente, recibió dineros para la campaña presidencial del condenado por narcotráfico Samuel Santander Lopesierra y del investigado empresario Alfonso Hilsaca, vía su hijo Gabriel Hilsaca. Ambos lo niegan.
Y el segundo golpe es el nannygate, como se le conoce en Colombia a la pelea que desde hace meses sostienen Laura Sarabia y Armando Benedetti, dos figuras clave en la victoria petrista. Ese enfrentamiento sacó a flote viejas prácticas políticas y posible corrupción en el círculo presidencial, que van en contravía del discurso público del mandatario.
*Cofundadora de La Contratopedia Caribe.
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