El rol del delivery en la construcción de ciudades inteligentes
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Una ciudad inteligente está conectada y es ante todo un lugar que genera oportunidades en espacios que parecieran destinados a otro tipo de operaciones.
Por ejemplo, una cocina oculta en un parqueadero permite que emprendedores y pequeños negocios se conecten con plataformas de delivery, disminuyan barreras y puedan estar más cerca de los usuarios y repartidores. O bien, como los espacios tradicionales empiezan a cumplir más funciones y a satisfacer necesidades insatisfechas. Tener un gran espacio de almacenamiento ya no se hace necesario para facilitar el acceso a productos del mercado y la canasta familiar, pues servicios de entrega por aplicaciones pueden hacerlo en menos de 10 minutos.
La pandemia demostró que la conectividad es determinante y aquellas empresas que habían avanzado en su transformación digital vieron los frutos de sus acciones. Por su parte, los ciudadanos se hallaron ante opciones que quizás antes no consideraban viables, pero que de pronto fueron vitales: el e-learning como alternativa para niños que no podían ir al colegio, el teletrabajo para empleados que no podían salir de sus casas y las apps de delivery como una lifeline para seguir recibiendo provisiones y comida.
Es por eso que, si antes de la pandemia se hablaba del desarrollo de ciudades inteligentes, ahora la conversación ha evolucionado y ha pasado a ser sobre la construcción de una cultura en la que la tecnología atraviesa todas las dimensiones del consumidor: la laboral, la académica, la social y la de consumo.
Como plataforma de intermediación entre varios tipos de usuarios, consideramos que hemos aportado a este proceso por medio de diferentes estrategias que contemplan dos mundos: el real y el virtual. En el real, el reto es facilitar la recogida y entrega de pedidos en 250 ciudades de 9 países, una tarea que implica entender la complejidad de una cadena en la que cada negocio, cada tienda y cada restaurante tienen su funcionamiento específico.
En la virtual, el desafío es lograr que, pese a la mencionada heterogeneidad de toda la cadena, los usuarios puedan tener una sola experiencia, fluida, tranquila y satisfactoria.
En muchas ciudades ya se están probando soluciones originales, que van desde el uso de casilleros inteligentes para paquetes, hasta las entregas vía dron. La experiencia ha demostrado que la clave está en que las soluciones adoptadas sean escalables y limpias.
En la medida en que los ciudadanos no deban desplazarse si no lo desean para actividades necesarias cómo hacer mercado, o electivas, como salir a comer, o incluso para cosas como mover fondos o retirar efectivo, podríamos ver beneficios concretos para las ciudades al reducir la contaminación y la congestión del tráfico en los centros urbanos.
Combinadas con avances en áreas que van de la planificación urbana a las innovaciones de la actividad comercial, estas herramientas acompañarán a quienes trabajamos en el intercambio de productos y servicios mientras este sector, que en el pasado reciente nos ayudó a todos, continúa su transformación.
Ese es el camino inteligente.
*Las opiniones expresadas en las columnas son responsabilidad exclusiva de los autores, y no representan el punto de vista ni la posición del Canal 1.