¿El futuro del trabajo, o mi futuro en el trabajo?
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En días pasados estuve pensando mucho en un libro muy interesante que leí hace un tiempo y decidí desempolvarlo: “El fin del trabajo”, de Jeremy Rifkin, uno de los sociólogos y economistas más populares de nuestros tiempos.
En su libro, que fue publicado en 2012, intenta demostrarnos que estamos iniciando una nueva fase de la historia humana altamente influenciada por la tecnología. Partiendo de un futuro del trabajo algo desalentador, Rifkin propone abrirnos a nuevas alternativas de una época postmercado, como él la llama, y todo porque no solo cambiaría la forma como trabajamos sino también cómo vendemos nuestros productos y encontramos fuentes alternativas de ingreso diferentes a las que nos ofrece el trabajo, como tradicionalmente lo hemos tenido. Entendiendo este panorama, decidí investigar un poco acerca del emprendimiento a nivel mundial como una forma de tomar el cambio en nuestras propias manos.
En este momento, hay 582 millones de emprendedores en el mundo. El 77% de esos emprendedores dicen que son más felices desde que se convirtieron en propietarios de negocios.
En la otra cara de la moneda están las empresas que, a través de la transformación digital, se van retando a cambiar y evolucionar, lo que implica que necesariamente impulsarán a las personas con las que colaboran a hacerlo también.
Esta visión es alentadora si consideramos que las empresas tienen los recursos para transformarse, y parte de esos recursos son destinados a transformar a quienes trabajamos en ellas, algo que a todas luces es una oportunidad para aquellos que, como yo, procuramos capitalizar estas ventajas; siempre y en la medida de lo posible intento sacar el mejor provecho a los entrenamientos en nuevas habilidades, a las charlas que me motivan a proyectarme en un mundo cambiante, a los viajes para conocer cómo otros también enfrentan el cambio y a entender cuáles son los productos y servicios que se están desarrollando para dicho propósito.
Sin embargo, en ese proceso pueden existir personas que transitan por su vida laboral con el miedo a perder su empleo (completamente normal, todos lo hemos sentido) y esto impide que se hagan conscientes del importante momento que están viviendo y del que hacen parte. Ese miedo los lleva a pelear porque no entienden las nuevas tecnologías y algunas veces hasta se niegan a aprender, porque no saben exactamente cuál es el camino que deben tomar o cuál es su nuevo propósito en el trabajo.
En el foro ‘El trabajo del futuro, el futuro del trabajo’, organizado por El País, se habla de la robotización y en general de la tecnología como algo positivo para el mundo del trabajo, y es claro que se tendrán que hacer ajustes ya que efectivamente, y nadie lo niega, ocurrirán cambios; pero lo cierto es que así como desaparecen aquellos trabajos repetitivos que pueden ser fácilmente sustituidos por la tecnología, también es cierto que aparecerán otros que requieren nuestras habilidades más humanas como la empatía, la toma de decisiones, el análisis de comportamientos, los cuidados especiales, etc.
Considero que debemos dejar de pensar cómo un robot va a terminar siendo nuestro reemplazo, y debemos empezar a pensar cómo adquirir habilidades que nos permitan dominar esa tecnología y aportar desde lo que somos, “humanos”, para potenciar e incluso nosotros mismos cambiar la forma como trabajamos.
Llevamos 25 años hablando de transformación tecnológica, del fin del trabajo y de los cambios que harán que la humanidad pase a un siguiente nivel, pero también hemos visto que lo que ha ocurrido es que aprendemos cosas nuevas, eso sí, de forma cada vez más acelerada, y que orgánicamente vamos cambiando la forma de hacer las cosas. Sin ir muy lejos, hoy el mundo está viviendo una falta de mano de obra nunca antes vista en algunos sectores de la economía como el agro, el transporte, la restauración etc. Esto debido al acceso a la educación de las personas que antes se dedicaban a esas labores, al cambio en sus intereses personales y familiares, lo que los ha llevado a aspirar a trabajos diferentes; esta tendencia ha hecho que los países se muevan a buscar formas de diversificar la mano de obra y por supuesto de automatizar algunos procesos productivos. Esto último me lleva a concluir (sin base científica, con mi humilde opinión) que donde primero se acabarán los trabajos para las personas, es precisamente donde las personas ya no quieran estar.
¿Y tú? ¿Cómo ves el futuro de tu trabajo?
*Las opiniones expresadas en las columnas son responsabilidad exclusiva de los autores, y no representan el punto de vista ni la posición del Canal 1.