Auténticamente sororas
- Encuesta reveló a que edad las mujeres y los hombres son considerados más atractivos
- Ana Isabel Gómez se convirtió en la primera rectora de la Universidad del Rosario
Hemos hablado en columnas anteriores sobre la necesidad urgente de incluir en los insights de relacionamiento entre mujeres la Sororidad, que significa hermandad y solidaridad entre mujeres. Pero, ¿cómo ser sororas en un mundo de chismes y comparaciones?
Y es que en la cotidianidad reconocemos que “nos damos muy duro entre nosotras” o “el peor enemigo de la mujer, es la mujer”. ¿Te suenan estas frases?, pregúntale a un hombre lo que piensa sobre estas afirmaciones y encontrarás algunas sorpresas. La mayoría de los hombres con quienes he conversado sobre estas afirmaciones, asienten de inmediato y expresan cómo les sorprende y algunas veces les aterra, ver la dinámica de relacionamiento entre las mujeres; y los más atrevidos me cuentan cómo la señora que se cree dueña de la compañía en la que trabajan, le hace la vida imposible a toda mujer joven, bonita o inteligente que se atreve a poner un pie en dicha empresa.
Si bien hemos concluido que necesitamos abrazar nuestra diversidad, romper el molde y dejar de criticar a las mujeres que se visten, actúan, se relacionan, hablan o piensan diferente a nosotras, ¡el camino de la sororidad es un camino que inicia por la autenticidad!
¿Cómo reconozco el brillo de otra mujer si no puedo aceptar o no conozco mi propio brillo? ¿Cómo puedo dejar de sentir envidia y pensar o decir “fijo está operada”, o “tiene extensiones”, “qué vulgaridad” o “muy bonita, pero no tiene nada en la cabeza”, y así un sinfín de ideas o frases que hablan más de nosotras y nuestra sanidad emocional que de la pobre a la que le estamos arrancando el cuero?
El primer paso es renunciar a las etiquetas que nos han “definido” desde niñas: “ella es más tranquila”, “es un terremoto”, “es débil” o “es demasiado fuerte”. ¡Aún recuerdo pensar que Dios se había equivocado creándome niña, si muchas personas a mi alrededor decían que “parecía un niño” solo por el hecho de tener un poco más de energía y pasión por el riesgo que el promedio de las niñas! ¡Ese promedio que nos hace daño, pero que vive en nuestras mentes haciéndonos sentir fuera de lugar y comparándonos con el mundo entero como si tuviéramos que ser iguales para ser aprobadas!
Hace falta ver cómo la relación entre adolescentes y aun entre adultas, empieza por afinidad. “¡Ay, amiga, somos igualitas!, ¡nos gustan las mismas cosas! ¡Pensamos igual!, ¡somos tan parecidas, que somos casi hermanas!”, esas relaciones tóxicas que nacen haciéndonos sentir que debemos ser iguales para ser amigas, pero que, con la primera diferencia identificada, se quiebran y dan lugar a chismes, comparaciones y desilusiones. Es casi un insulto al creador que nos hizo huellas digitales distintas a los 658 millones de personas que vivimos en el mundo, pensar que debemos ser iguales, solo para sentirnos aprobadas y/o aceptadas.
Hay un extracto de uno de mis libros favoritos que describe perfectamente la libertad que encontramos a través de la autenticidad, si te gusta, escríbelo en un lugar visible y recuérdalo siempre que estés comparándote en tu mente con alguien más:
“Es tiempo de salir de tu escondite y ser la persona que realmente quieres ser. Es el momento para ser sincera con tu propio corazón. Eres hermosa, y es tiempo de dejar que todos lo vean.”
Joyce Meyer
*Las opiniones expresadas en las columnas son responsabilidad exclusiva de los autores, y no representan el punto de vista ni la posición del Canal 1.