Los Úsuga están dedicados al narcotráfico y despojo de tierras

Los Úsuga comenzaron a armar su propio cartel con los paramilitares que no se desmovilizaron en Urabá y, además de retomar sus rutas del narcotráfico, se volvieron el dolor de cabeza de los desplazados.

La banda criminal Los Urabeños tiene su origen en la desmovilización del bloque centauros de las autodefensas. En el 2007, Daniel Rendón Herrera, alias Don Mario, mando medio de esa estructura militar no se desmovilizó y buscó aliados para crear un grupo que llamaría “Los héroes de Castaño”, primer nombre que tuvo esa organización.

Don Mario comenzó con 150 hombres, entre ellos alias Heber Veloza, alias HH y los hermanos Juan de Dios y Dario Antonio Úsuga, alias Otoniel, y situó su accionar armado y delincuencial en la región del Urabá Antioqueño. A finales del 2008, los hermanos Usuga extienden la banda a Córdoba, Sucre, Atlántico, Magdalena, Cesar, Guajira y Chocó. En enero del 2012, Juan de Dios o Giovanny es asesinado en Necoclí y su hermano alias Otoniel asume el poder de ‘Los Urabeños’.

Desde entonces, la banda criminal ha emprendido una oleada de asesinatos, desplazamientos de campesinos y diversificado sus actividades criminales con el narcotráfico, la minería ilegal, el lavado de activos y las extorsiones.

Su mano derecha es Roberto Vargas, alias Gavilán, ex jefe paramilitar que estuvo a órdenes de Salvatore Mancuso en Urabá y participó en los diálogos de Ralito. Gavilán tiene influencia en 7 municipios del Urabá antioqueño y 9 del Urabá chocoano, por donde saca toneladas de cocaína hacia Méjico.

Con alias Otoniel ha organizado el denominado ejército anti-restitución de tierras, amenazando a decenas de campesinos que perdieron sus parcelas en el Urabá, por el avance a sangre y fuego del bloque bananeros de las autodefensas, que lideraba Ever Veloza.

Gavilán ha ordenado construir cabañas de madera para eludir la ofensiva de la Policía. En una de ellas, los investigadores encontraron una gorra con el emblema de los lanceros del Ejército, acompañada de dos garras del ave del que escogió su apodo.

Dentro de la casona, los comandos de la Policía hallaron una habitación con un plasma de 70 pulgadas, señal de televisión por cable y una cama con colchón ortopédico, avaluada en dos millones de pesos.
También unA cuatrimoto en la que recorre las zonas campamentarias de Los Urabeños, junto con un grupo de 35 escoltas.