Se trata de la huella que dejas en el mundo
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En homenaje a Lupi
El automovilismo colombiano está de luto y muchos colombianos estamos consternados a causa de la tragedia ocurrida en el autódromo de Tocancipá el pasado 19 de noviembre en la que falleció Lupi, porque así amaba que la llamaran. Más allá del infortunio asociado a las circunstancias que rodearon aquella tarde oscura, las reacciones de miles de personas obedecen a la huella que Lupi deja en el mundo.
El recuerdo de Lupi y su vida (Luz Eusse) representa en todo su esplendor a las mujeres colombianas; una mujer bella, alegre, autentica, fuerte, valiente y resiliente como muchas de las mujeres que están leyendo esta columna; una mujer que se levantó día a día a ejercer cada uno de sus roles, “hija de Dios, esposa de Joaquín, mamá de Daniela, María José y Martina, hija, hermana, presentadora, piloto, emprendedora, amiga, ama de casa, influencer, empresaria y muchos más”, por amor a los suyos y pasión por lo que latía fuerte en su corazón, “el automovilismo y el periodismo”. Lupi era Lupi, no importaba si un día su dedicación era 100% ama de casa, 100% piloto o 100% periodista; ella ejercía cada rol sin perder su esencia y luchaba como una fiera deseando que “les dieran piojos” a todos los que intentaban encasillarla en un estereotipo.
Con su autenticidad intacta, se abrió camino en una industria dominada por hombres y demostró como podía llevarse el pódium en el campeonato nacional de automovilismo profesional TC2000, solo porque así se lo soñó y lo trabajó. Lupi despertaba admiración y respeto en hombres y mujeres porque su fuerza, valentía, belleza y feminidad se balanceaban perfectamente en “tremendo mujeron”.
Valiente y sin miedo a equivocarse, fue capaz de retar al mismísimo ‘Tatán’ Mejía a los ojos de cientos de espectadores a parquear de trompo porque estaba empeñada en desmitificar el prejuicio que dice que “las mujeres son brutas para manejar”. Nos hizo gritar de alegría cuando dejó aquel Nissan March perfectamente estacionado, se bajó triunfante, con su pelo perfecto, su maquillaje impecable, su outfit divino, mientras su corazón de león se carcajeaba victoriosamente, para resonar por siempre en los corazones de las mujeres que desde la tribuna decíamos “!así es que se hace!”.
Lupi era de esas mujeres que dominan los tacones y el micrófono con la misma fluidez que el freno y el acelerador, dándole honra, admiración y reconocimiento a su esposo, expresando orgullosa su amor por sus hijas y demostrándole al mundo que su familia era el motor que impulsaba sus sueños; no se ufanaba de hacer sacrificios por los suyos, porque sabía perfectamente que su plenitud era el turbo de su hogar.
Lupi era real, tan real que mientras “transitaba los sótanos de infierno”, como ella misma lo expresaba al referirse a los baches de salud física y mental que enfrentó, se lo contaba a sus seguidores en redes, los animaba a no rendirse, mientras ella misma luchaba y atravesaba abierta y honestamente su dolor. Su resiliencia, su risa, su fuerza, su alegría, sus ganas de vivir y la aceptación natural que las personas sentían a su lado, es la huella que deja en el mundo. #porsiemprelupi
*Embajadora del Poder de Ellas
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