La pobreza en Afganistán obliga a refugiados a vender sus órganos para alimentar a sus familias
- Video | Mujeres afganas desafían las nuevas restricciones impuestas por los talibanes
- Talibanes prohíben sonido de la voz de las mujeres y ratifica el uso obligatorio del velo
El regreso del régimen talibán a las arcas del poder en Afganistán ha traído consigo innumerables problemas de desarrollo social y el retorno de un conflicto armado que no tiene cese.
Restricciones de los derechos básicos a las mujeres, soportes de guerra para el territorio yihadista y el creciente refuerzo de sus guerrillas con apoyo de Al-Qaeda, son algunas de las trágicas consecuencias que han devuelto los talibanes a territorio afgano.
Sin embargo, uno de los problemas que siempre se mantuvo y que ahora parece agravarse a escalas preocupantes es el de la pobreza.
Conozca más: Espantoso aborto al que fue sometida amante de Pablo Escobar a quien después mandó a matar
Venden sus órganos para alimentar a sus familias
Desde que las fuerzas de la OTAN anunciaron su retiro de Afganistán tras perder el pulso contra los talibanes en agosto de 2020, las ayudas humanitarias se acabaron.
Ahora, los refugiados recurren incluso a vender sus órganos vitales como un reto de supervivencia máximo: el de alimentar a sus familias.
No obstante, la venta de un riñón, por poner un ejemplo, tiene sus consecuencias a nivel monetario y de salud.
‘La mayoría de las personas que venden sus riñones por problemas económicos se enfrentarán a largo plazo a problemas de salud por carecer de un riñón. La cultura de la donación de riñones no es normal en Afganistán. La mayoría de los donantes de riñón son voluntarios con problemas económicos que los venden a otras personas’, explica el doctor Ahmad Shekaib, especialista en medicina interna.
También puedes leer: (Video) Pobladores saquean camión de transporte en Valdivia, Antioquia
El retrato de la pobreza extrema y la desesperación para salir de ella es el de Ghulan Hazrat, un refugiado afgano que vendió su riñón y tendrá que reposar su cuerpo durante un año para recuperarse, como recomendación de su doctor.
“No podía salir a pedir dinero, no era capaz de mendigar. Entonces decidí ir al hospital y vender mi riñón, para poder al menos alimentar a mis hijos durante algún tiempo”, relata Hazrat para el medio internacional Euronews.
Hazrat también revela que en su bolsillo tan solo guarda 2.000 dólares del riñón que vendió, y en el que afronta un dilema de vida o muerte: pues no podrá vender su otro riñón y sus opciones para conseguir más dinero son escasas.
La venta de órganos, la cual está disparada en Afganistán, es apenas un grano de arena que debe cubrir un desierto completo de una problemática social común que atraviesan miles de sus habitantes.