Estrenando ropa vieja

Convertir un pantalón viejo en un bolso nuevo es una idea que, además de salvar el planeta, pone a estrenar a quienes de otra manera tendrían que esperar.

La gente deja de usar su ropa, no necesariamente porque ya no lo abrigue, sino por falta de un botón, porque se deshizo una costura, porque engordó o simplemente porque pasó de moda. Miles de toneladas de tela casi nueva llegan al año a los rellenos sanitarios para volverse a descomponerse.

Pero a Violeta Cano, una estudiante de diseño de modas, se le ocurrió una idea que al mismo tiempo que le ayuda al planeta, provee de vestuario y accesorios a todo un vecindario.

“Cuando escuché que es lo que se hace con las donaciones y que se pierde tanta ropa, pues digamos que le metí más ganas a reparar la ropa, a rediseñarla”, afirma Violeta.

Ella es una de las ejecutivas de este banco de ropa, en el que se consignan las prendas que ya sus dueños no quieren o no pueden usar.

El rumor de que allí las bajas de inventario se convierten en objetos nuevos mantiene saludable el banco de ropa del barrio Minuto de Dios. Y la ropa nueva, rediseñada, se convierte en el distintivo de sus cuentahabientes.