Esta es la carta de renuncia de Amelia Pérez, ¿le cobraron injustamente trinos del esposo?

Esta mañana, a minutos de que la Corte Suprema de Justicia, eligiera por fin a la fiscal general de la Nación, después de tres debates infructuosos, la candidata que fue una de las favoritas en un punto, Amelia Pérez, pasó una carta de renuncia.

El documento firmado por la candidata elegida por el presidente, cuenta las razones por las cuales declara su renuncia irrevocable.

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Principalmente expresa dos razones de peso, la primera, es a cerca del manejo de las redes sociales y cómo se empezó a señalar a la candidata por publicaciones que había hecho su esposo en contra de ciertos políticos aún vigentes de Colombia.

Gregorio Oviedo, ya jubilado, fue juez y fiscal, su mentor en lo jurídico y lo político ha sido el ministro de Defensa, Iván Velásquez, y es por sus publicaciones contra el funcionar de la Corte Suprema, de la rama judicial, del actual alcalde de Bogotá y su familia, incluso del expresidente Iván Duque que Amelia Pérez se vio señalada.

Violencia de género

La excandidata que era una de las favoritas en las rondas iniciales de debates en la Corte, se vio obligada a desistir asegurando que fue víctima de señalamientos sin un fundamento.

“Atravesados por episodios perturbadores, como, por ejemplo, cuestionamiento a opiniones ajenas a la suscrita difundidas en las llamadas redes sociales, pero que, absurdamente, han sido a mi atribuidas sin fundamento alguno, en una anormal postura de querer aplicar el inexistente “delito de opinión” con el agravante que tales opiniones son elaboración exclusiva, y excluyente, de un tercero, pero que sus consecuencias, increíblemente, deben ser asumidas por una persona distinta a quien las emitió”.

Por otro lado, Pérez asegura que otra razón por la que renunciar a la candidatura fue el tortuoso proceso que se tuvo que pasar por la Corte para ser elegida la líder de la Fiscalía en medio de varias dilaciones.

“Los inéditos episodios emergidos en este proceso de elección, han tocado las puertas de la quizá principalísima virtud de todo ser humano, bien igualmente personalísimo, como es LA DIGNIDAD, injustamente ultrajada y vituperadas por circunstancias completamente ajenas a quien adquirió la condición de sujeto pasivo de tales despropósitos, ello sin dejar de lado que, al parecer asistimos, la suscrita y todo mi entorno familiar”