Linotipistas del país no quieren ver su trabajo en el olvido

Hace años para que un texto pudiera ser impreso era necesario fundirlo en tipos de plomo… Ese arte se llamó la tipografía y, a pesar de la época, aún hay un club de nostalgia que se reúne para practicarlo.

Esta máquina o “La negrita” como le dicen los más veteranos linotipistas está en el barrio Ricaurte, al sur de Bogotá.

Hernando Osorio Berrio, linotipista de profesión afirma que “el Linotipo, de no haber sido por la computadora, sería la máquina más bella del mundo, más interesante, por eso se llamaba la máquina que casi piensa”.

Ellos se reúnen cada viernes para recordar viejos tiempos y para prender la vieja máquina cuyo engranaje casi perfecto logra con sus lingotes de plomo, matriz o las letras y un componedor producir un texto a la antigua.

La era informática dicen ellos les arrebato no solo el más antiguo de sus trabajos sino su sueño de perdurar la linotipia.

Cuentan que han dedicado toda su vida a conservar este viejo oficio, hoy la asociación de linotipistas cumple 90 años y dicen haber pasado por grandes periódicos del país y editoriales.

La asociación tiene 500 afiliados en todo el país y sus miembros aseguran que jamás abandonarán su oficio por más modernidad en el tiempo.