Mujer irá a prisión por vender a su pequeña hija de seis años: ¿de cuánto será su condena?
La desaparición de una menor de edad, vendida por su madre, desató una ola de indignación: este será el castigo de la mujer.
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Sudáfrica vive una de las historias más perturbadoras de los últimos años, pues una madre fue hallada culpable de haber vendido a su hija de seis años a un curandero tradicional. El hecho ha generado indignación nacional e internacional, y ha encendido las alarmas sobre los vacíos en la protección de la infancia en el país.
La niña, Joshlin Smith, desapareció en febrero de 2024 en la región del Cabo Occidental. A partir de su desaparición, surgieron testimonios que apuntaban a su propia madre como responsable. Las autoridades confirmaron que Racquel Smith entregó a su hija a un sangoma, un curandero sudafricano, con fines rituales, a cambio de 20 mil rands, equivalentes a poco más de mil dólares.
“Para usar sus ojos y su piel”, fue lo que declararon testigos durante el proceso judicial, al describir el objetivo del macabro acuerdo. Esas mismas personas aseguraron que Smith había comentado su intención antes de ejecutar el acto, lo que dio fuerza a la acusación de premeditación.

El juicio concluyó con la sentencia de cadena perpetua para Racquel Smith, su pareja sentimental, Jacquen Appollis, y un amigo de ambos, Steveno van Rhyn. También se les impuso una condena adicional de diez años por secuestro. Los tres fueron inscritos en el registro nacional de ofensores contra menores.
La familia de Joshlin quedó destruida; su abuela materna, Amanda Daniels, se pronunció durante el juicio, revelando el dolor inconmensurable de perder a su nieta en tales circunstancias y de enfrentar el hecho de que su propia hija estuviera involucrada. Actualmente, Daniels está a cargo de los otros hijos de Smith.
Mientras tanto, la niña sigue sin aparecer. Las búsquedas continúan, pero no se han obtenido resultados concluyentes. El caso ha desencadenado una ola de indignación colectiva. Figuras políticas y sociales han exigido mayor control sobre las prácticas rituales ilegales y una revisión urgente de los protocolos de protección infantil.