Escalofriante caso: padres secuestraron a sus hijos y así se enteró la comunidad
Esto han encontrado las autoridades sobre el oscuro crimen en una familia que ha generado alarma en el sector.
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Autoridades del condado de Columbia, Florida, Estados Unidos, detuvieron a Brian y Jill Griffeth, junto con sus dos hijos adultos, Dallin Russel y Liberty Ann Griffeth, acusados de abuso infantil grave contra nueve menores que vivían bajo su cuidado. El grupo enfrenta cargos por encerrar a los niños en condiciones inhumanas, maltratarlos física y psicológicamente, y abusar sexualmente de algunos de ellos, según confirmaron fuentes oficiales.
Las investigaciones se iniciaron el 3 de julio y el caso salió a la luz luego de que un denunciante obligatorio de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en Branford manifestara preocupaciones serias sobre el bienestar de los menores. El denunciante alertó a las autoridades después de descubrir que uno de los niños tenía una pistola eléctrica en funcionamiento mientras participaba en un campamento de la iglesia, lo que provocó una investigación inmediata.
Entre las víctimas hay cinco hijos biológicos y cuatro niños adoptados, cuyas identidades y documentos legales aún están bajo revisión, ya que existen dudas sobre el estatus formal de algunas adopciones. Las edades de los menores oscilan entre 7 y 16 años.
De acuerdo con la investigación, los menores eran sometidos a castigos crueles, incluyendo el encierro en jaulas hechas con madera contrachapada bajo literas, así como rociarles vinagre en la cara como forma de castigo. Además, se les negaba la educación formal, y los niños adoptados eran tratados de manera discriminatoria en comparación con los hijos biológicos: mientras los primeros realizaban trabajos domésticos arduos, los segundos tenían permitidas actividades recreativas como jugar o ver televisión.
Los Griffeth también golpeaban a los niños con un bastón, los encerraban en sus habitaciones y les administraban medicamentos sin prescripción médica. Para agravar la situación, se les instruía a los menores a mentir sobre las condiciones en las que vivían, dificultando la detección del abuso.
El Departamento de Niños y Familias de Florida (DCF) intervino y retiró a los menores del hogar el pasado 3 de julio. La fiscalía ha fijado fianzas de medio millón de dólares para cada uno de los acusados mientras continúa el proceso judicial.
Este caso ha generado una gran conmoción en la comunidad local y ha puesto en foco la importancia de la vigilancia y denuncia temprana de abusos infantiles. El abuso infantil agravado en Florida es un delito grave que puede conllevar severas penas, incluyendo prisión prolongada.
Las investigaciones siguen en curso para esclarecer todos los detalles y determinar responsabilidades adicionales. La intervención del denunciante desde la iglesia fue clave para evitar daños mayores y proteger a los niños afectados.