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¿Drácula era real? Un museo de historia natural explora la ciencia tras los monstruos del cine

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¿Drácula era real? Un museo de historia natural explora la ciencia tras los monstruos del cine

¿Drácula era real o solo un mito alentado por las enfermedades infecciosas? ¿Qué papel jugó la fiebre por el antiguo Egipto para inspirar el miedo a La Momia? ¿Y qué tiene que ver Frankenstein con los singulares experimentos de un científico llamado Luigi Galvani?

A estas preguntas, entre la realidad y lo fantasioso, responde “Natural History of Horror”, una exposición del Museo de Historia Natural del Condado de Los Ángeles (NHM) que indaga en los monstruos clásicos del cine de terror de Universal Pictures y explora los experimentos científicos y los hallazgos históricos que les dieron pie.

“Estamos en Los Ángeles, en el centro de Hollywood (…), y estos monstruos clásicos fueron inspirados por la ciencia y la naturaleza. Así que queremos usar nuestras colecciones para visitar esas historias”, explicó Daniel Caballero, educador del NHM.

La muestra, que se inauguró el pasado jueves (con Halloween ya a la vuelta de la esquina) y que permanecerá abierta hasta el próximo 19 de abril, tiene todos sus contenidos en inglés y en español.

Así explica “Natural History of Horror” el origen de esos monstruos:

Frankenstein: electricidad para volver a la vida

Primer error: Frankenstein no es el monstruo creado a partir de cadáveres, sino el doctor que le da vida. Segunda aclaración: la cinta “Frankenstein” (1931) de James Whale y protagonizada por Boris Karloff, que adaptaba la famosa novela “Frankenstein or The Modern Prometheus” de Mary Shelley, no es pura invención sino que se inspira en unos experimentos científicos del siglo XVIII.

El italiano Luigi Galvani era un científico que investigaba los efectos y presencia de la electricidad en los cuerpos de los animales. Uno de sus experimentos más recordados es en el que aplicó electricidad a una rana muerta, cuyas patas se contrajeron por un instante como si estuviera viva de nuevo.

De ahí a “Frankenstein” solo había que echarle un poco de imaginación.

Drácula: sangre maligna

Pocas figuras del terror han tenido más recorrido que Drácula. Desde “Dracula” (1931) de Tod Browning y con el inolvidable Bela Lugosi como protagonista, el cine ha recurrido una y otra vez al mito del misterioso, seductor y emblemático chupasangre nocturno que popularizó la novela homónima de Bram Stoker.

Vlad el Empalador, un temible príncipe de Rumanía en el siglo XV, inspiró a Stoker para crear al conde Drácula, aunque la exposición del NHM apunta a otro motivo para el éxito de este personaje: las enfermedades infecciosas como la tuberculosis o el cólera que causaron incontables muertes en el siglo XIX y que alarmaron a la población sobre los males que podían transmitirse por la sangre.

La momia: pasión y maldición del antiguo Egipto

Pirámides descomunales, jeroglíficos incomprensibles, momias para la eternidad… ¿A quién no le fascinan o inquietan los misterios del antiguo Egipto?

“The Mummy” (1932) de Karl Freund, de nuevo con el imprescindible Boris Karloff al frente, fue la primera película en explotar al máximo el potencial del antiguo Egipto en el terror, pero su premisa estaba conectada con la actualidad.

Diez años antes de la película, el mundo se maravilló ante el descubrimiento en 1922 por Howard Carter de la tumba de Tutankamón, llena de tesoros e intacta tras miles de años.

Pero la pasión dio paso a la supuesta maldición: Lord Carnarvon, que financió la expedición, murió en 1923 en extrañas circunstancias y fue fácil conectarlo con una presunta venganza del faraón desde el más allá.

La criatura del lago: ¿el eslabón perdido?

Reinterpretado recientemente por Guillermo del Toro en “The Shape of Water” (2017), el monstruo de “Creature from the Black Lagoon” (1954), cita dirigida por Jack Arnold, quizá no sea tan famoso como Drácula o La Momia, pero su historia también está relacionada con un descubrimiento científico.

En 1938 se encontró en Sudáfrica un celacanto, un extraño pez que se creía desaparecido desde hacía millones de años.

El interés por este “fósil viviente”, y su conexión con “Creature from the Black Lagoon”, se basa en que animales como el celacanto pueden tener las claves del “salto a la tierra” que permitió que los peces evolucionaran a los vertebrados terrestres.

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