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Condenan al INPEC por la desaparición del cuerpo de un recluso

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Condenan al INPEC por la desaparición del cuerpo de un recluso

El Consejo de Estado condenó al Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (INPEC) por la muerte y desaparición del cuerpo de un recluso que se encontraba interno en una cárcel de Bucaramanga.

En 1990 el hombre fue condenado a 11 años de prisión por homicidio y comenzó a pagar su condena en la cárcel de Cartagena, pero en febrero de 1992 fue trasladado a Bucaramanga.

Su familia en Cartagena no pudo visitarlo por falta de recursos hasta que, en diciembre de 2008, su madre le solicitó al INPEC información para saber cuándo salía su hijo de la cárcel.

Luego de interponer varios recursos para obtener la información, el INPEC respondió que el recluso había muerto en julio de 1993 durante una riña con otro recluso que lo hirió de gravedad con una navaja. La entidad dijo no conocer el lugar donde se encuentran los restos.

En primera instancia, el Tribunal Administrativo de Santander negó la demanda que la familia presentó por los daños y perjuicios causados, pero el Consejo de Estado le dio la razón a los accionantes.

Según la Sección Tercera, al no informar a la familia del recluso sobre su muerte y no hacerle entrega del cadáver, el INPEC violó sus derechos a la libertad de cultos, pues no se les permitió darle sepultura por el rito religioso que profesan.

“Llama la atención de la Sala que el INPEC, a pesar de que contaba con datos que le permitían averiguar la ubicación de la familia del señor, no demostró haber adelantado alguna actuación para notificarles de su deceso y hacerles entrega del cadáver”, indicó la sentencia.

El alto tribunal le ordenó al INPEC adelantar las indagaciones y gestiones correspondientes para encontrar el lugar en el que está el cadáver del interno, con el fin de que sea entregado a sus familiares.

Nancy Torres

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