El fenómeno que podrían sufrir las personas que se quejan frecuentemente
¡Ojo! El impacto de las quejas crónicas en la salud mental sería padecer un inusual fenómeno. ¿De qué se trata?
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En la actualidad, expresar inconformidades se ha convertido en una práctica habitual en las sociedades modernas. Aunque a primera vista pueda percibirse como una acción inofensiva o incluso liberadora, los expertos advierten sobre las repercusiones de un hábito constante de quejarse.
Estudios recientes destacan que esta conducta puede tener efectos profundos en la salud mental, emocional e incluso física, tanto para quienes se quejan como para quienes están expuestos regularmente a estas expresiones negativas.
La ciencia ha demostrado que el cerebro humano está biológicamente programado para detectar problemas y amenazas. Este mecanismo, conocido como sesgo de negatividad, desempeñó un rol crucial en la supervivencia de nuestros ancestros al permitirles identificar peligros en su entorno.
Sin embargo, en la vida moderna, esta inclinación puede resultar contraproducente; cuando el enfoque en lo negativo se convierte en un hábito, puede distorsionar la percepción de la realidad y generar un círculo vicioso que impacta la capacidad de resolver problemas de manera eficaz.
¿Cuáles serían las consecuencias de las quejas repetitivas?
Investigaciones en neurociencia han identificado que las quejas repetitivas pueden alterar las estructuras cerebrales relacionadas con la planificación y la toma de decisiones.
Dichos cambios no solo afectan el rendimiento cognitivo, sino que también pueden estar vinculados con un mayor riesgo de padecer trastornos como ansiedad y depresión. Las personas que se quejan de forma crónica tienden a experimentar pensamientos recurrentes, fatiga emocional y una menor capacidad para enfrentar desafíos, lo que las hace más vulnerables al estrés y menos resilientes ante las adversidades.
Además, aquellas personas que frecuentemente se quejan, estarían expuestas a sufrir “lamento crónico”, un patrón persistente de quejas o expresiones de insatisfacción que se presentan de manera habitual en una persona. A diferencia de una queja ocasional, que puede surgir como una reacción natural ante una situación adversa, el lamento crónico se convierte en un hábito que trasciende las circunstancias puntuales y se manifiesta incluso en contextos donde no existen problemas graves.
Este comportamiento suele estar relacionado con una visión negativa y pesimista del mundo, que lleva a las personas a centrarse principalmente en los aspectos desfavorables de su entorno o de sus experiencias. Con el tiempo, esta actitud puede tener efectos perjudiciales, tanto en la salud mental de quien se lamenta como en la calidad de sus relaciones interpersonales.
Frente a estos hallazgos, los expertos sugieren prestar atención al impacto de nuestras palabras y pensamientos, buscando formas de canalizar las emociones negativas de manera constructiva. Fomentar el desarrollo de habilidades como la gratitud y el pensamiento positivo podría contrarrestar los efectos adversos de este hábito tan común en nuestra sociedad.