Dos | Los desplantes y actos de descortesía del presidente Donald Trump con su majestad, la reina Isabel, no tienen nombre
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Récord de insultos del presidente Trump a la reina Isabel de Inglaterra, durante su visita a Reino Unido.
Como parte de su gira por Europa, el presidente Trump realizó una visita oficial al Reino Unido, la cual se ha visto cubierta por la polémica y las protestas. Hoy, el mandatario estadounidense tenía audiencia con su majestad la reina Isabel II en el castillo de Windsor, y aunque apenas estuvo unos minutos con ella en público, Trump, al mejor estilo Trump, le faltó al respeto a la monarca, no una, ni dos, ni tres veces: muchas más.
El primer insulto se dio incluso antes de la audiencia: Trump llegó diez minutos tarde a la reunión, atentando contra la reconocida puntualidad inglesa y dejando plantada a la reina junto a una silla vacía: primera grosería. Trump no saludó a la reina con la tradicional reverencia que impone el protocolo, sino que optó por bajarse de su carro blindado, caminar directo hacia ella y saludarla con un apretón de manos: segunda grosería. Apenas unos minutos después, cuando la reina Isabel II lo invitó a pasar revista a la guardia real, Trump, despedazó el manual de etiqueta y empezó a caminar a su ritmo, dejando atrás a la monarca de 92 años, quien apenas pudo alcanzarlo para explicarle cómo debía revisar a sus pomposas tropas: tercera grosería, a esta señora de edad, que es mujer y que es reina. Pero aún, con explicación y todo, Trump cometió un cuarto insulto: apenas habían dado unos pasos, cuando inexplicablemente decidió atravesarse en el camino de la reina, bloqueándole su paso, dándole la espalda y dejando a la monarca perdida tras su figura.
Pero hay más: durante el tiempo que estuvo ante la reina, el presidente Trump siempre tuvo su chaqueta desabotonada y su corbata al aire, lo que se considera un insulto absoluto cuando se está en presencia de alguien perteneciente a una monarquía. Y mucho más insultante si ocurre ante una reina, y peor si la reina es de mayor edad que él, y muchísimo más grosero si se trata de la reina Isabel II.
Y mucho, pero mucho más agraviante e injurioso si todo ese bloque de irreverencias se hace ante la más cortés y refinada diplomacia del mundo: la inglesa. Ave María.