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Hipopótamos: ¿conservar o proteger especies invasoras?

Claudia Calao
Activista ambiental - @cloquis

Vivimos en uno de los países más biodiversos del mundo, pero a muchos nos falta entender la responsabilidad que esto implica para la protección de la biodiversidad y lo vulnerables que somos frente a las especies invasoras.

Las especies invasoras son organismos (plantas, animales, hongos o microorganismos) que han llegado a una región o ecosistema donde normalmente no se encuentran de forma silvestre, ya sea porque algún entusiasta decidió llevarlo para ver como se veía en su territorio, o también por otros medios, como por ejemplo con la rana toro, que es originaria de Norteamérica y se ha convertido en una especie invasora en algunas partes de Europa, debido a su introducción accidental por medio de transporte, lo que ha causado impactos negativos en el ambiente, la economía y la salud de las especies nativas y los ecosistemas.

En Colombia desde hace varios años, estamos en un debate sobre la protección de nuestra biodiversidad y la problemática de las especies invasoras, desde los liquidámbar que son originarios de Estados Unidos y que sembró Enrique Peñalosa por toda la avenida 15 en su primera administración, Pablo Escobar con sus hipópotamos en el Magdalena Medio traídos del África y el Senador Ernesto Macías promoviendo el peligroso pez basa de la China, que desde el Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander Von Humboldt lo catalogaron como una especie de alto riesgo.

Una de las principales razones por las que lidiar con las especies invasoras es un reto, es que estas especies suelen tener ventajas competitivas, ya que las mismas cuando son introducidas a un ecosistema entran con privilegio, porque en algunos casos, no tienen depredadores o competidores naturales que limiten su crecimiento. Esto les permite reproducirse y propagarse sin control, compitiendo con las especies nativas por recursos como alimento, agua y espacio. Esto fue evidente la semana pasada en la Ciénaga de San Silvestre, la Federación de Pescadores Artesanales, Ambientalistas y Turísticos de Santander (Fedepesan) denunció que en este importante ecosistema, el pez basa, desplazó la pesca local y está compitiendo con especies emblemáticas de Colombia como el bagre, el bocachico y el blanquillo.

Germán Andrade, miembro del Panel Multidisciplinario de Expertos MEP de la Plataforma Intergubernamental de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES) indicaba en estos días que el manejo de las especies invasoras debe hacerse de la mano de la ciencia, sí no se atiede la ciencia en el momento indicado, después debe hacerse a través de la gestión del riesgo, por los riesgos ecológicos y sociales que se generarían. No podemos pedirle a la ciencia que resuelva los problemas de tal complejidad, una vez sea producido, por no atender sus recomendaciones.

Sin embargo, en Colombia, todavía enfrentamos debates sobre como manejar especies invasoras, como los hipopótamos que introdujo en los años 80 Pablo Escobar, que ya cuentan con más de 130 individuos que generan grandes afectaciones en el Magdalena Medio, una región que ya enfrenta multiples presiones ambientales como la sedimentación, deforestación, expansión de la frontera agrícola, ganadería y monocultivos de palma africana y que es el hogar de especies nativas que merecen su conservación como el manatí y la nutria.

Es evidente que la problemática de las especies invasoras en Colombia va en aumento, y es necesario que el Ministerio de Ambiente tome acción para abordar la complejidad de la situación y proteger a nuestras especies nativas.

Recientemente, se ha anunciado que se destinaran 3,5 millones dólares para trasladar 70 hipopótamos del Magdalena Medio, 10 de los cuales irán a la India y 60 a México. Sin embargo, esto ha generado preguntas y preocupaciones entre los conservacionistas. ¿Se destinarán 3,5 millones para trasladar hipopótamos de Colombia, dónde no es su hábitat natural, a México y la India, donde tampoco lo es?, ¿No implicaría que nos volvemos exportadores de patógenos, bacterias y virus y causaríamos daños a la biodiversidad en estos países? ¿Estaremos trasladando los problemas que heredamos de un narcotraficante a otros países? ¿No sería más apropiado utilizar esos recursos en programas de conservación para proteger nuestras especies en peligro? ¿No deberíamos enfocarnos en solucionar problemas en lugar de crearlos?

Es fundamental tener en cuenta los hechos que nos presenta la ciencia y el estudio realizado por científicos colombianos en la toma de decisiones con respecto al manejo de esta especie. Sí queremos ser un país potencia mundial de la vida, debemos proteger uno de los activos más importantes, la BIODIVERSIDAD.

Queda rondando la pregunta de cómo estimar la magnitud del riesgo o priorizarlo. Si bien toda vida vale, la vida de algunas pocas especies puede comprometer la de muchas más y atentar contra aspectos estructurales y funcionales de los ecosistemas; contra la biodiversidad en sí.

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*Las opiniones expresadas en las columnas son responsabilidad exclusiva de los autores, y no representan el punto de vista ni la posición del Canal 1.

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