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Digitalizar: ¿capricho o necesidad?

Felipe Rancines
CEO y cofundador de Seeri

En ocasiones, sobre todo en América Latina, cuando se está ante la posibilidad de digitalizar algún proceso productivo, dicha transformación es concebida como un aspecto accesorio, como si fuera una especie de lujo para adornar las estrategias de mercadeo o el discurso de la fuerza comercial; y no como una acción estratégica que obedezca a una necesidad real e insatisfecha, como en teoría debería ser.

Este imaginario, pese al fuerte impacto que tuvo y, en algunos casos, todavía tiene el contexto de pandemia en las economías de la región, sigue estando muy arraigado en el empresariado, especialmente en las pymes y los comercios de corte más tradicional, que no logran dimensionar el retorno de una inversión tecnológica.

Quizás por esto, justamente, es que el portal internacional Statista estableció que el índice de penetración que tiene el comercio en línea para el segmento B2B (de negocio a negocio) en Latinoamérica apenas alcanza el 1%, mientras que en geográficas como las de América del Norte y Asia ya supera el 30%.

Tal panorama es aún más sensible en Colombia, ya que, como lo comprobó la Agenda Digital para América Latina y el Caribe (eLAC), el 37% de los comercios en el país utiliza herramientas digitales para operar su cadena de suministro, dato que está significativamente por debajo de naciones como Brasil y Argentina, en donde hay registros del 66% y 45%, respectivamente.

Sin embargo, con esto dicho, ¿por qué debería asumirse la digitalización como una necesidad? Pues bien, de acuerdo con la tercera edición de la Encuesta de Adopción Digital, desarrollada por Movistar (Telefónica Hispam), en la cual se consultó a más de 1.400 micro, pequeños y medianos comercios de distintos países de la región, el 54% de las empresas afirmó que el mayor beneficio de la digitalización está en la rentabilidad de su operación.

Es decir, en palabras más cotidianas: migrar hacia procesos tecnológicos impacta directamente las utilidades de los comercios. Y es que ‘digitalizar’ es un término muy amplio, ya que, al poderse aplicar en prácticamente todas las áreas de los negocios, tiende a dificultarse su compresión o a verse como algo poco tangible.

Así que, para aterrizar un poco esta idea, digitalizar es: automatizar el manejo de inventarios, como relevo de las labores manuales; emplear herramientas de financiamiento para un crecimiento eficiente, en lugar de aplicar a créditos tradicionales, sin tasas ni planes de pagos adaptados; permitir pagos electrónicos, en lugar de transacciones físicas; acceder remota y articuladamente a soluciones logísticas, en reemplazo de buscar proveedores por separado; y analizar y administrar los datos del negocio por medio de plataformas, como alternativa al cuaderno y el Excel.

Por otra parte, también vale señalar que, además de impactar positivamente la rentabilidad del negocio y simplificar los trámites internos, digitalizar también disminuye la vulnerabilidad en escenarios de fuerza mayor o situaciones extremas. Sin ir muy lejos, la pandemia ‘castigó’ con más fuerza a aquellos negocios que dependían completamente de la presencialidad e, incluso, ‘favoreció’ a aquellos que ya tenían soportados sus procesos con tecnología.

Por todo lo anterior, en Seeri, como startup que nació para digitalizar la proveeduría de las pymes, respondemos a la pregunta del titular con la certeza de que aplicar las soluciones electrónicas, más que ser una necesidad, es un requerimiento para desenvolverse en el mercado contemporáneo.

*Las opiniones expresadas en las columnas son responsabilidad exclusiva de los autores, y no representan el punto de vista ni la posición del Canal 1.

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