¿Por qué en Latinoamérica la variante delta no ha impactado como en otros lugares?
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Encendió las alarmas de las autoridades en todo el mundo por su alta capacidad de contagio y en pocos meses se convirtió en la variante dominante en el mundo, sin embargo, la delta se ha mantenido hasta ahora como un fenómeno minoritario en gran parte de los países de Latinoamérica.
La competencia entre las cepas, la vacunación diversificada o factores biológicos y culturales son algunas de las hipótesis que barajan los expertos para explicar este fenómeno, que todavía tiene a la región entre la cautela y la calma.
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Con casi 44 millones de casos y 1,46 millones de muertes totales, Latinoamérica, una de las regiones más afectadas por la COVID-19 en términos sanitarios y económicos, lleva meses con brotes aislados de esta variante originada en la India e incluso países como Chile, Uruguay o Colombia disfrutan de una tregua pandémica.
A excepción de México, donde la delta sí predomina sobre el resto, la situación se encuentra lejos de la vivida en Europa o Asia, donde en cuestión de semanas se diseminó como la pólvora dejando a su paso millones de contagios.
Clima y cultura
Desde que se notificó el primer caso de delta en Chile el pasado junio, el país ha registrado una sostenida baja de contagios y ahora disfruta de uno de sus mejores momentos pandémicos, con más libertades que nunca desde la llegada del virus.
Para el director del Instituto de Salud Pública de Chile, Heriberto García, una de las hipótesis que explicaría que la delta no haya penetrado tanto tiene que ver con el clima, ya que en Europa se propagó rápidamente en verano, mientras que en el hemisferio sur era invierno.
“Otra razón serían los factores culturales. En Suramérica tenemos una idiosincrasia y una forma de relacionarnos que es diferente a la de otras partes del mundo y que podría no acomodar a la delta”, dijo el experto a Efe.
Competición entre variantes
Otros de los motivos por los cuales ha crecido a un ritmo menor es la “competición” entre las diferentes variantes de la región, según el director del Centro Nacional de Salud Pública del Instituto Nacional de Salud de Perú, Fernando Donaires.
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En Perú, que suma más de 2 millones de contagios, la delta ha dejado 244 casos y tiene una frecuencia del 20 %, mientras que la lambda -de origen andino y hallada en abril- llegó a suponer el 80 % de los contagios.
En Chile, la gamma es la mayoritaria, con un 41 % de frecuencia, frente al 18 % de delta.
“Es una de las posibilidades que podría estar retardando la transmisibilidad de esta variante, pero es factible que en el transcurso del tiempo pueda de alguna manera incrementarse”, afirmó a Efe Donaires.
En la misma línea, el infectólogo Unaí Tupinambás, de la Universidad Federal de Minas Gerais (Brasil), agregó que la escasa propagación de la delta es un asunto “intrigante” que podría estar relacionado con que “tuviera una reacción cruzada” con otras cepas.
Esto podría explicar parcialmente por qué la delta “no consiguió llegar con mucha fuerza a Brasil e inclusive redujo su prevalencia” del 61 % a principios de agosto al 35 % dos semanas después, alertó.
La importancia de la vacunación
Aunque lo ha hecho de forma desigual y con un tardío comienzo en algunos países, la vacunación avanza en Latinoamérica.
Chile y Uruguay están entre los que más rápido vacunan del mundo, con más del 70 % de su población con el esquema completo; Ecuador supera el 50 %, y Colombia, Brasil o Argentina están por encima del 30 %, según la Universidad de Oxford.
Para el doctor Flavio Salazar, vicerrector de Investigación de la Universidad de Chile, la inmunización ha sido “fundamental” para evitar rebrotes, así como el uso de vacunas de diferentes laboratorios.
Cuando a principios de año las dosis de Pfizer o AstraZeneca no llegaban, algunos países optaron por diversificar la vacunación con la adquisición de Sputnik V (no autorizada por la OMS) y de Sinovac (aprobada el pasado junio), que sirvieron para acelerar el proceso.