Fallece hombre cuya sangre protegió a millones de bebés, ¿por qué?
Se revelaron las causas del fallecimiento del hombre que fue considerado una leyenda al proteger con su sangre millones de bebés.
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James Harrison, conocido como el “Hombre con el Brazo de Oro”, ha fallecido a los 88 años, dejando un legado impresionante en la medicina. Durante más de seis décadas, este australiano se dedicó a donar su sangre de manera altruista, lo que permitió salvar millones de vidas, principalmente de bebés no nacidos. Las autoridades de salud informaron su deceso en un comunicado, destacando la magnitud de su contribución.
Harrison, cuyo plasma contenía un anticuerpo raro denominado Anti-D, fue fundamental en la lucha contra la enfermedad hemolítica del feto y del recién nacido (HDFN), una condición peligrosa que afectaba a miles de madres y sus bebés. La sangre de Harrison, rica en este anticuerpo, ayudó a producir medicamentos vitales para prevenir la HDFN, una enfermedad que hasta 1966 afectaba a una de cada 100 mujeres, causando complicaciones graves y, en muchos casos, la muerte del bebé.
Durante 64 años, Harrison donó sangre un total de 1.173 veces, un récord extraordinario que lo convirtió en un héroe anónimo para miles de familias. Su generosidad permitió la producción de más de 2,4 millones de dosis del medicamento Anti-D, utilizado para proteger a los bebés de la peligrosa condición causada por el virus rhesus D. Aunque es imposible determinar cuántas vidas se salvaron gracias a su contribución, se sabe que su sangre fue clave para prevenir innumerables tragedias.
Lifeblood, la organización de la Cruz Roja Australiana comenzó a buscar donantes con el raro anticuerpo Anti-D después de que una prueba exitosa del tratamiento se realizara en 1966. Harrison comenzó a donar poco tiempo después, y su compromiso nunca flaqueó hasta su retiro en 2018. Durante todo ese tiempo, su sangre se convirtió en un recurso esencial para la salud materno-infantil en Australia.
El “Hombre con el Brazo de Oro” falleció en su hogar de ancianos en el litoral central del estado de Nueva Gales del Sur, mientras dormía. Su muerte marca el fin de una era para la medicina, pero su legado perdurará en cada vida que salvó, dejando un impacto imborrable en la historia de la salud pública mundial.
Con información de AFP.