‘El mayor milagro de la religión en la historia’: Vio 18 veces a la Virgen y su cadáver no se descompuso
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En 1858, cuando en Francia aún gobernaba el Segundo Imperio establecido por el mítico conquistador Napoleón Bonaparte, sucedió el que, hasta el día de hoy, se considera como el ‘mayor milagro de la divinidad’ en la historia.
María Bernardette Soubirous era una pequeña de 11 años que vivía en la gruta de Massabielle, en Lourdes. Nació en el seno de una familia pobre y analfabeta, cuenta el portal Infobae.
Un día, cuando María Bernadette recogía leña con una de sus hermanas, pasó una ráfaga de viento por el campo y “vio, por primera vez, a una señora con velo y vestido blanco, cinturón azul y una rosa amarilla en el pie” aludiendo a que era la Virgen María.
Desde ese momento, la pequeña María Bernadette empezó a presenciar la aparición varias veces, donde “siempre se comunicaban en patois”, lengua occitana que se usaba en esa región francesa.
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“Era la Virgen de Lourdes”
Domingo Jacomet, comisario de Lourdes, acudió a la casa donde vivía Bernadette para interrogarla y convencido de que la historia era un montaje. Para ese entonces, la pequeña “ya había conversado seis veces con la aparición”.
Bajo el relato de un mítico texto transcrito, Bernadette afirma ante Jacomet que “ha visto y hablado con un ser divino”, pero tampoco “aclara que sea la Virgen María”.
Para la octava aparición, Bernadette ya se refería ante la divinidad como Aquerò. Pero para el noveno encuentro (en la Fiesta de Anunciación de la Virgen) el relato daría un revés de 180° grados.
“Señorita, ¿Tendría la bondad de decirme quién sois, por favor?”, cita el manuscrito, sobre las palabras que le pronunció Bernadette a Aquerò; “Yo soy la Inmaculada Concepción”, responde la divinidad “levantando los ojos al cielo y juntando las manos a la altura del pecho“, cuya posición escultórica se le adjudicaba, en ese entonces, a la Virgen de Lourdes.
Otro dato importante mencionaba que la Virgen, al comunicarse con Bernadette, “siempre sonreía”. Las autoridades eclesiásticas consideraban esto como ‘novedoso’, ya que era algo “no bien visto por ellos” y cuya representación de la Virgen “siempre miraba al cielo con “rostro serio y áspero”.
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“Te creemos, Bernadette”
“Juzgamos que la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, se ha aparecido realmente a Bernardette Soubirous, el 11 de febrero de 1858 y los días siguientes, hasta dieciocho veces; Que esta aparición reviste todos los caracteres de la verdad, y que los fieles tienen fundamento para creerla como cierta.”, declaró el obispo de Tarbes, Monseñor Bertrand-Sévère, firmando un decreto que confirmaba la teoría de Bernadette
Desde ese momento, varios milagros ‘nunca antes vistos’ empezaron a surgir en Francia: “Vete a beber y a lavarte en la fuente”; le dijo alguna vez la Virgen a Bernadette, que se dirigió hacia el río Gave, pero donde la divinidad le señalaría el piso de la ruta.
Ahí, la Virgen “le dijo a Bernadette que cavara un pozo”; ella hizo caso, y más tarde “empezó a emerger una fuente de agua fresca, cuyo líquido tenía poderes benditos y de sanación”. Los pobladores consideraron el hecho como algo ‘divino’.
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“Muerte intacta, Virgen sanadora”
Un tumor en la rodilla y una tuberculosis pulmonar, iban afligiendo la salud de María Bernadette, cuyas heridas le causaban grandes dolores. Para ese momento, la pequeña ya era toda una adulta, pasó por varias congregaciones y fue rebautizada como Sor María Bernarda.
Bernadette murió el 16 de abril de 1879, a su corta edad de 35.
“La he visto otra vez… ¡Qué hermosa es! Madre, ruega por mí que soy pecadora”; cita el manuscrito como “las últimas palabras de la mujer”, antes de su deceso, donde fue sepultada en la Capilla Saint Joseph, cerca al jardín del convento donde pasó el resto de su vida.
El cadáver de Bernadette fue desenterrado 3 veces; en 1909, 1919 y 1925. Estas exhumaciones certificaron que sus restos “se han mantenido relativamente intactos”.
En la primera exhumación encontraron que las uñas, el cabello y los dientes de la mujer permanecieron indemnes. En la segunda, su cuerpo no se descomponía, pero “ya era más oscuro”.
En la tercera, el cadáver ya mostraba una clara descomposición, pero en la autopsia que se realizó se confirmó que “sus órganos permanecieron intactos, en especial el hígado”. El cadáver de Bernadette fue puesto en una tumba cubierto con una capa de cera blanca.
En 1933, el Papa Pío XI declaró a Bernadette Soubirous como ‘santa’. Hoy en día, la pequeña población de Lourdes (15 mil habitantes aprox.) recibe la visita de 9 millones de peregrinos al año.